(054 11) 5217.3101
Actualidad universitaria #53. Un proceso permanente
30
junio
2014

El programa de la Universidad Nacional de Moreno se propone acompañar a los estudiantes en el proceso de adquisición de las competencias de escritura requeridas en el nivel superior y contribuir a la formación lingüística indispensable para la comprensión y producción de textos académicos. Otras iniciativas, como la de la Universidad Nacional de Entre Ríos, también, enfocan la educación popular.

 

nata-#53-UNM

Hasta hace poco tiempo, la lectura y la escritura eran consideradas competencias que se adquirían “de una vez y para siempre” en los primeros años de la escuela primaria. En los últimos tiempos, sin embargo, este paradigma ha comenzado a resquebrajarse para dar paso a la idea de que estas prácticas se desarrollan a lo largo de cada etapa educativa. Un punto importante de este nuevo consenso es que la Universidad debe enseñar los modos de leer y de escribir específicos de cada disciplina.
En esta línea, la Universidad Nacional de Moreno (UNM) trabaja la alfabetización académica con la Lic. Marta Marucco, quien viene desarrollando diferentes talleres destinados a los profesores de esta casa de estudios, en el marco de esa corriente.
El taller “La lectura en la educación superior. Un problema que involucra a docentes, alumnos e instituciones” fue dictado en 2013. Este año, la propuesta de trabajo continúa con el taller “Enseñando a estudiar en la Universidad”, un proyecto situado, específicamente, en la asignatura Problemas Socioeconómicos Argentinos (PSEA), materia introductoria y común a todas las carreras del Departamento de Economía y Administración de la casa de estudios.
Marucco señaló que la alfabetización inicial, general, adquirida en la escuela primaria y secundaria, no resulta suficiente para enfrentar las exigencias que plantean la introducción en un nuevo campo de conocimiento. Se trata ahora de adquirir una nueva alfabetización, que ha sido denominada alfabetización académica, la propia y particular de cada ámbito disciplinario y de la que deberán apropiarse los alumnos en su nuevo trayecto de formación como estudiantes universitarios.

¿Por qué hablar de alfabetización académica?
Los cambios producidos en los últimos años en la conceptualización de los sistemas de escritura han demostrado que la alfabetización no es un estado que se alcanza de una vez y para siempre. La vieja idea de que en primero y segundo grado se aprendía a leer y a escribir y que ese conocimiento alcanzaba para comprender y producir cualquier tipo de texto a lo largo de la vida ha sido reemplazada por la noción de que la alfabetización constituye un proceso permanente. Esto implica que cuando debemos leer o producir un tipo de texto con el que no estamos familiarizados necesitamos aprender cómo hacerlo.
Los alumnos llegan a la educación superior con conocimientos variados sobre la lectura y la escritura. Sin embargo, tienen que aprender y, en consecuencia, se les debe enseñar cómo encarar la comprensión y la elaboración de los textos científico-académicos imprescindibles para aprender en la Universidad, debiendo tener en cuenta, además, la especificidad lecto-escritora de cada área disciplinar, ya que no se lee y no se escribe de igual modo en Matemática que en Física, en Filosofía, en Historia…
Generalmente, se piensa que hay que ocuparse de estos temas en la Universidad para cubrir los déficits de los niveles educativos previos. Esto es parcialmente cierto: resulta innegable que los jóvenes no ingresan con la cantidad y la calidad de conocimientos esperables de su escolaridad previa, pero, aun cuando su nivel fuese mayor, lo mismo sería necesario enseñar, junto con los contenidos y la metodología propios de la disciplina, los modos de procesar y de producir los textos específicos.

¿La problematización de esta cuestión tiene que ver con la democratización de la educación superior?

Recordemos que, hasta hace pocos años, el ingreso a la universidad era selectivo; no solo por la existencia de restricciones objetivas, como la distancia entre el lugar de residencia y las casas de altos estudios, sino porque la posibilidad de cursar una carrera universitaria no integraba las expectativas de los sectores populares. Hoy, la creación de nuevas universidades ha estimulado la concurrencia. A esto, hay que sumarle el hecho de que para desempeñarse en actividades laborales, aun relativamente simples, se exigen niveles educativos cada vez más altos. Pero una vez facilitado el acceso, hay que garantizar la permanencia y la calidad de la formación; y uno de los requisitos para lograrlo es ocuparse de la alfabetización académica, no solo para satisfacer las necesidades educativas de quienes son primera generación de estudiantes universitarios, sino del conjunto del alumnado. A todos los estudiantes se les debe enseñar a construir conocimientos a partir de la lectura, para no depender con exclusividad de las explicaciones de los profesores.

¿Cuál es la responsabilidad de las instituciones en este sentido?
Por distintas razones, la alfabetización académica debe ser un proyecto institucional y no una responsabilidad solo de los docentes. En primer lugar, porque así como no es esperable que los alumnos sepan por su cuenta cómo deben leer y escribir para la educación superior, tampoco lo es que los docentes sepan enseñarlo si no poseen la capacitación requerida para asumir esa nueva función. En consecuencia, las instituciones deben elaborar y desarrollar proyectos tendientes a habilitar a los profesores para abordar de un modo sistemático el uso de la lectura y de la escritura en tanto herramientas pedagógico-didácticas esenciales para el logro de los objetivos de las asignaturas. Por otra parte, además de la capacitación, es necesario asegurar a los docentes las condiciones de trabajo requeridas para la realización de esta tarea.

En comparación con el resto del mundo, ¿en qué estado se encuentra esta discusión en Argentina?
La noción de alfabetización académica es novedosa en el mundo, pues nació hace aproximadamente 20 años. La principal referente en nuestro país, Paula Carlino, psicóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y doctorada en Alfabetización en España, ha contribuido a difundir estas ideas a través de sus publicaciones y de su acción docente. La preocupación por el tema ha empezado a surgir y se han comenzando a desarrollar acciones, pero todavía queda mucho por hacer.

¿Estos esfuerzos deberían expandirse a los niveles educativos previos?
Sin duda. Para que la Universidad haga lo que le corresponde, debería contar con que los niveles educativos previos hagan también lo suyo. Actualmente, contamos con una alfabetización inicial, que se centra en los tres primeros años de la escuela primaria; una alfabetización avanzada, que implica seguir enseñando a leer y escribir en los restantes años de la primaria y en toda la enseñanza media; y una alfabetización académica, que compete a la educación superior. Si no se asegura la alfabetización inicial y la avanzada, el abordaje de la alfabetización académica se dificulta.

¿De qué manera la alfabetización académica puede contribuir a mejorar los niveles de desgranamiento en el nivel universitario?
Ana María Ezcurra, en su valioso libro Igualdad en educación superior. Un desafío mundial, editado por la Universidad Nacional de General Sarmiento, plantea que las prácticas cotidianas de enseñanza y aprendizaje inciden más sobre la deserción y el fracaso que el perfil de los ingresantes. En consecuencia, las instituciones (no los profesores individualmente) son condicionantes primarios de la retención y del desempeño académico de los alumnos.
El modelo didáctico predominante aún en la Universidad asigna al docente la tarea de explicar en clase los temas del programa e indicar a los alumnos la lectura de la bibliografía correspondiente, tarea que suelen realizar sin orientación, acompañamiento o retroalimentación. Esta modalidad se fundamenta en la suposición de que, a partir de la explicación del profesor, los estudiantes están en condiciones de interpretar los textos sin dificultad; pero la experiencia demuestra que librados a sí mismos no logran superar los problemas implícitos en los materiales de lectura producidos por especialistas y cuyos destinatarios son otros especialistas y no los alumnos, aspirantes a ingresar a una determinada comunidad de lectores. La imposibilidad de alcanzar el nivel de comprensión esperado es una de las principales causas de la deserción estudiantil

Por último, ¿cuál es la relación entre la alfabetización académica y la calidad educativa?
La calidad educativa está asociada al tipo de aprendizaje que promueva la institución formadora. Si aprender se identifica con reproducir la explicación del docente o el contenido del texto, la calidad educativa será baja; pero si el alumno, orientado por el docente, construye conocimientos a partir de la lectura, la calidad educativa será alta. Eso es lo que procura la alfabetización académica, puesto que, desde esta perspectiva, aprender un contenido en la educación superior implica aprender a leer y a escribir sobre él y no solo a abordarlo oralmente y al nivel del pensamiento.

 

nota-#53-UNER

Encuentro por la inclusión. En el marco del Programa de Alfabetización Encuentro que articula esfuerzos entre el Consejo General de Educación de la provincia de Entre Ríos, el Ministerio de Educación y el de Trabajo de la Nación, la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) conformó cinco Centros de Alfabetización en las ciudades entrerrianas de Paraná y Gualeguaychú. Estos centros nuclean a 18 alumnos de distintas carreras que, con un fuerte compromiso con la función social de la Universidad, asisten, comparten e intercambian conocimientos con otros jóvenes y adultos.  
Los asistentes a dichos centros son en su mayoría mujeres, amas de casa que debieron abandonar su escolaridad para atender las obligaciones familiares, o bien emplearse precariamente para  proveer sustento económico a sus familias. Se trata de más de 85 personas comprendidas dentro de un rango etario que va de 20 a más de 60 años, existiendo, en todos los casos, historias de escolaridad trunca o inexistente.
La coordinadora, Elisa Deluca, sostuvo que estas actividades “permiten abrir un espacio de reflexión y debate en torno de la educación popular y plantear estrategias para la alfabetización que tengan en cuenta el trabajo con personas en condiciones de vulnerabilidad que han tenido procesos de aprendizaje diferentes. Hay quienes nunca tuvieron escolarización y otros que llegaron a cuarto grado por ejemplo, pero perdieron la práctica de la lectoescritura por su trabajo, por dedicarse de lleno a la familia”.
El programa es llevado adelante por estudiantes de las carreras de Bioingeniería, Ciencias de la Educación, Trabajo Social, Bromatología y Ciencias de la Comunicación, entre otras. Los estudiantes/alfabetizadores asumen el compromiso que les cabe como universitarios en la atención y resolución de los problemas de la sociedad pero, sobre todo y fundamentalmente, en la mejora de la calidad de vida de la población.
El trabajo de los alumnos está centrado en la generación de un espacio de intercambio colectivo, en la búsqueda de un diálogo común que permita trascender las barreras culturales. En los encuentros, todos los participantes  -alfabetizadores y alfabetizandos- inician un proceso educativo que los incluye y transforma. El acercamiento a nuevas realidades, la superación de prejuicios, la confianza en los propios saberes y conocimientos y en la capacidad para aprender son denominadores presentes en el proceso de formación que, individual y colectivamente, transitan alfabetizadores y alfabetizandos.
En ese marco, e independientemente de la disciplina de formación, los alumnos de la UNER desarrollan profundos procesos reflexivos sobre la función de la Universidad, la sociedad, la historia y, fundamentalmente, sobre sí mismos. Son ámbitos en los que se va construyendo una nueva perspectiva sobre el perfil del egresado universitario, más vinculado con el medio social y que, en tanto formado en una institución pública, concibe la práctica profesional en estrecha relación con la sociedad, donde el encuentro con “el otro” no es una excusa, sino un motivo que nutre y orienta las prácticas.