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Revista # 55. Alternativas para la inclusión
07
octubre
2014

Con un concepto integral, las casas de estudios de Santiago del Estero, Río Cuarto, Oeste y Arturo Jauretche proyectan la responsabilidad hacia el interior y el exterior de las mismas instituciones. Un compromiso entendido como herramienta esencial de la educación superior de calidad.

Una institución educativa universitaria funciona como una comunidad compleja, con necesidades y demandas específicas. Una comunidad integrada por trabajadores docentes y no docentes, estudiantes y graduados. Todos interactuando y generando un espacio de intercambio sólido y enriquecedor. Pero, a la vez, una comunidad universitaria no olvida su relación con sus regiones de pertenencia.
Las áreas de extensión y bienestar estudiantil se presentan en las instituciones de educación superior pública de Argentina y posibilitan que en toda su comunidad confluya la mayor contención posible. Así lo demuestran las experiencias y el análisis que, en este artículo, presentan las Universidades Nacionales de Santiago del Estero, Río Cuarto, Oeste y Arturo Jauretche.

 

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Intervención

Un voluntario universitario es aquel que, junto a un equipo de trabajo, integra los conocimientos adquiridos en el aula con las problemáticas urgentes de su comunidad, profundizando la función social de la Universidad. Ese concepto se vuelve una realidad en la labor desarrollada por el voluntariado de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), “Intervención Sociorecreativa en el Centro Provincia de Salud Infantil (Cepsi) Eva Perón”.
A ese lineamiento, se suma el concepto integral de salud entendida como el bienestar bio-psico-social que contribuye al equilibrio del cuerpo, la mente y el ambiente. En este diálogo universidad- comunidad, se busca ayudar a los pacientes internados en el hospital infantil y a quienes reciben tratamiento ambulatorio. Un trabajo colectivo en arte, música y juegos.
“Lo lúdico, en este contexto, adquiere una significación que actúa con efectos terapéuticos sobre la gran carga de ansiedad y desarraigo que provoca la internación”, comentó Alejandra Cáceres, miembro del equipo integrado por estudiantes de diversas carreras de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud, Ciencias Forestales y Agronomía y Agroindustrias.
“Se trabaja en talleres de pintura y collage, títeres, teatro y lectura de cuentos con los niños internados en el hospital, los niños hospedados en el hogar Eva Perón y sus hermanos menores, con la finalidad de contribuir a la mejora de su estado de ánimo frente a la enfermedad”, precisó Carreras, quien además subrayó que la labor involucra a madres, enfermeras y médicos que, también, son impactados por el voluntariado.
“Entender al otro y mejorar su situación es el mejor resultado que podemos tener”, afirmó la voluntaria que se desempeña hace cinco meses en el centro de salud con chicos, en su mayoría, de departamentos del interior de Santiago del Estero.

 

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Contención

La Secretaría de Bienestar de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) es una dependencia que tiene como objetivo principal bregar por la inclusión de la comunidad universitaria. Se trata de ampliar las instancias de participación de sus miembros en pos de una mejor calidad de vida. De modo que no se hablará de “servicios” sino, por el contrario, de la definición política de dignidad habitacional en las residencias, coberturas complejas en la salud, la contención e incorporación a la educación formal o bien las prácticas deportivas constituyen derechos adquiridos y conquistados desde la educación pública.
En la Secretaría funcionan: la Dirección de Salud; el Comedor Universitario; Residencias Estudiantiles Universitarias (REU); la Dirección de Educación Física, Deportes y Recreación; el Jardín Maternal y la Escuela Infantil; y el Departamento de Becas.
Emilio Zavala, secretario de Bienestar de la UNRC, remarcó que las acciones que se impulsan tienden a realizar un abordaje integral del sujeto como un todo. “Se trabaja sobre las distintas necesidades nutricionales, de vivienda, de ayuda económica y de salud. La estructura de esta Secretaría es variada y consta de distintas áreas que buscan dar respuesta a cada uno de estos aspectos”, puntualizó.
La contención y asistencia a los estudiantes que eligen formarse en la UNRC es una definición prioritaria de la Secretaría de Bienestar. Para ello, cuenta con un porcentaje fijo del dos por ciento del presupuesto total destinado a becas de ayuda económica. Además, se otorgan becas de ayuda para personas con discapacidad y de alojamiento. Sobre estas últimas, Zavala indicó: “Los alumnos que provienen de otros lugares pueden acceder a estas becas para las que la institución cuenta con 400 unidades camas”.
La UNRC dispone también de un Comedor Universitario. Un área que cuenta con alimentos nutricionalmente equilibrados elaborados con el asesoramiento de un profesional en la disciplina. A nivel de infraestructura, cuenta con una capacidad para 400 personas y un anexo con una capacidad para otras 40. En la actualidad, se elaboran 700 menús diarios con un costo de $ 5 para estudiantes y de $ 15 para trabajadores.
Desde la Dirección de Educación Física, Deportes y Recreación se considera que todo individuo tiene derecho a lograr un estado de plenitud y bienestar físico y psicológico. Es por ello que se proponen distintas iniciativas destinadas al cuidado de la salud, a la práctica deportiva y a la recreación. Para que este objetivo se concrete e incida positivamente en la comunidad, es necesario motivar su participación.
El profesor Antonio Julián, subsecretario de Bienestar, explicó: “Esta dirección concibe a la práctica deportiva como un derecho social tácito, a fin de garantizar una ciudadanía plena en el marco de una democracia social, por lo que no se pretende solo favorecer el esparcimiento, sino que se aspira a un aporte al proceso de formación permanente”.
Como objetivos principales, la Dirección de Deportes se propone formar sujetos con conciencia nacional; desarrollar una visión crítica; y fomentar la ética, la responsabilidad y solidaridad social, el respeto por la diferencia, el compromiso y la cooperación. Se busca, además, estimular el acceso a diferentes prácticas corporales y motrices, con el fin de favorecer el desarrollo integral de sujetos comprometidos social y ambientalmente.
Desde la Dirección de Salud se piensa, fundamentalmente, en las necesidades de la población estudiantil: las acciones hacen hincapié en la atención primaria y en la prevención. Se cuenta con un cuerpo médico en cada especialidad. Con respecto a la prevención, se realizan estudios anuales obligatorios, charlas informativas y campañas de difusión/concienciación sobre distintos temas.
Entre el resto de las dependencias que se incluyen en la Secretaría de Bienestar, se encuentran el Jardín Maternal Rayito de Sol, que funciona en el campus de la universidad; y la Escuela Infantil Rosario Vera Peñaloza, ubicada en el centro de la ciudad. Sus instalaciones se suman a las propuestas destinadas a brindar mayores posibilidades a los integrantes de la comunidad universitaria. Ambas áreas están dotadas de infraestructura adecuada y personal capacitado para acompañar a los más pequeños en las distintas etapas del proceso de enseñanza-aprendizaje.

 

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Opinión

Por la Lic. Aldana del Pozo
Directora de Bienestar Estudiantil de la Universidad Nacional del Oeste (UNO)
Orientar, incluir y acompañar. Orientar, incluir y acompañar sintetizan la misión de la gestión de Bienestar Estudiantil en la Universidad Nacional del Oeste (UNO) y el compromiso asumido por autoridades, docentes y no docentes de esta casa de estudios. Estas son más que simples palabras. Son prácticas que implican, a su vez, otras acciones y, con ellas, posiciones filosóficas y políticas: reflexionar, informar, convocar, democratizar, dialogar, conocer, investigar, contener, estimular, colaborar, asistir, confiar, respetar, intervenir, desafiar, arriesgar, instituir, enseñar y aprender con otros.
Pero, ¿quiénes son esos otros? Son estudiantes, jóvenes y adultos de Merlo y de la región, que depositan en esta institución muchas expectativas. Son familias que tienen la esperanza de “no quedar fuera”, de “estar”, de “ser parte”, de ingresar, permanecer y graduarse en una universidad nacional, popular, pública, no arancelada y de calidad. Ellos habitan en un complejo escenario social, económico y cultural de este Conurbano bonaerense, que interpela, desafía.
Durante el primer semestre de 2014, los estudiantes del nivel medio han tenido una participación importante en los talleres de orientación vocacional “Después de la escuela, ¡¿qué?!” y en las charlas informativas que brinda la institución. Solo para tener en cuenta algunos datos: de los 1264 participantes, casi el 94 por ciento tienen entre 17 y 19 años; solo alrededor del 30 por ciento de sus padres y/o madres han concluido sus estudios secundarios, es decir, que cerca del 70 por ciento de estos jóvenes será primera generación de estudiantes que finalicen la educación media y aspiran a más, ya que, cuando se les pregunta sobre sus proyectos a futuro, el 80 por ciento responde que estudiará (en universidades públicas) y trabajará.
Estos datos permitirían cuestionar la estigmatización que, desde algunos sectores, se hace de los adolescentes y jóvenes cuando se refiere a ellos como a una generación “NI NI”. Los jóvenes son activos, están en la búsqueda de nuevas oportunidades y en un proceso de construcción de su proyecto personal de estudio y trabajo.
Las entrevistas de seguimiento a estudiantes becados de la UNO, ingresantes y avanzados, realizadas durante 2013 y las que se encuentran en ejecución en este momento coinciden con lo planteado: estudiar en la universidad emerge como una elección que está motorizada, en la mayoría de los casos, por la necesidad de conseguir un mejor trabajo, formarse integralmente, transformar la realidad social, concretar un proyecto y, en definitiva, progresar.
Parafraseando a Ezcurra (2011), democratizar la educación superior es mucho más que masificar el acceso. Democratizar es garantizar las condiciones para la permanencia, es generar igualdad, es revisar, permanentemente, las prácticas como docentes y profesionales, es establecer relaciones más genuinas al interior de la Universidad, con el territorio y con los conocimientos.

 

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Opinión

Por Lucía García Itzigsohn, Daniela Losiggio, Luciana Perez y Mariela Solana
Integrantes del Proyecto de Extensión Universitaria “Formación de formadores contra la violencia de género y sexual”, de la Universidad Nacional Arturo Jauretche
Contra la violencia de género. ¿Cómo se define la cultura válida? ¿Qué es la desigualdad? ¿Cómo se construyen símbolos culturales y cómo se los asocia a ciertos cuerpos? A partir de esos interrogantes, desde la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), la propuesta es discutir problemas que atañen a la geografía y a la época.
Al mismo tiempo, se visibilizan las experiencias de los propios estudiantes, vinculadas a la violencia de género, el maltrato doméstico y la degradación verbal o física por causas relacionadas con la sexualidad. Se advierte que la reciente promulgación de las leyes de protección y reconocimiento de derechos de mujeres y personas gays y trans son parte fundamental de la lucha contra la discriminación, la estigmatización y la violencia por causa de género u orientación sexual, pero falta trazar el arduo camino de su publicidad y legitimación.
Desde este punto de partida, un grupo de docentes de la materia Prácticas Culturales decidimos, en 2013, asistir a un proyecto de voluntariado, así como coordinar el proyecto de extensión “Formación de formadores contra la violencia de género”.
Junto a un grupo de estudiantes y la organización LGBT Varela Diversa, pusimos en marcha el proyecto de voluntariado “Generando Igualdad”. Nuestro objetivo era la sensibilización comunitaria, a través de talleres en torno a las problemáticas de género y sexualidad.
Estos talleres tuvieron lugar durante el primer cuatrimestre de 2014 y polemizaron sobre distintos tópicos: las nociones de “género” y de “sexo”, el problema social de la violencia de género, la diversidad sexual, el aborto y la relación de las mujeres y el trabajo. La popularidad que los encuentros cobraron otorgó un primer dato sobre la dimensión de la necesidad comunitaria de debatir sobre estas cuestiones: concurrieron organizaciones sociales, estudiantes militantes y no militantes, vecinos y vecinas de Florencio Varela y alrededores y especialistas visitantes. Las mujeres y la comunidad LGBT encontraron allí un espacio donde expresarse libremente y sin estigmatizaciones.
El grupo se fue volviendo, a mediados del año pasado, en referente en materia de género para la universidad y la zona. Varias organizaciones e instituciones públicas se pusieron en contacto gracias a la articulación del Centro de Política y Territorio (CPyT) de la UNAJ. Una de estas organizaciones fue la “Biblioteca Popular Florencio Sánchez” que, dedicada hace muchos años a acompañar y orientar a mujeres víctimas de violencia, solicitó una capacitación profesional. Así, se creó el proyecto de extensión UNAJ “Formación de formadores contra la violencia de género”. La capacitación es abierta a la comunidad.
Además, comenzamos a recibir consultas de víctimas de violencia que requerían una intervención inmediata. Entonces, nos reunimos con las organizaciones e instituciones de la zona que, cotidianamente, tratan con víctimas de violencia de género y sexual y que ensayaban un espacio de trabajo conjunto. Finalmente, se conformó el tercer pilar de estos dos proyectos: la Red de Trabajo Interdisciplinario sobre Género y Sexualidad de Florencio Varela y alrededores.
El camino transcurrido por “Formación de formadores…” y “Generando igualdad” no es largo en términos cronológicos; sin embargo, visto desde la óptica de su producción, ha tenido un enorme alcance. En este contexto, la UNAJ -en tanto espacio institucional local pero, a la vez, libre e igualitario de discusión- completa un ciclo, aunque por supuesto no lo agota, pues la democracia siempre es un proceso constructivo.